Flor de Azahar Coffee
En Flor de Azahar creemos que cada taza de café es una historia líquida, una travesía que empieza mucho antes del primer sorbo. Nuestro viaje comienza en las montañas de Santander, donde la flor de cafeto anuncia el fruto que cambiará su forma para convertirse en una experiencia inolvidable.
La magia de la selección manual
Cada grano de Flor de Azahar es escogido a mano. Esta labor, realizada por caficultores que conocen el secreto de la madurez perfecta, garantiza que solo las cerezas más nobles lleguen a la siguiente etapa. Esta selección es mucho más que un paso técnico: es un acto de respeto por la calidad y la tierra.
Secado con paciencia, al ritmo del campo
El secado natural de nuestros granos se hace al ritmo pausado de nuestros campesinos. Bajo el sol santandereano, los granos descansan sobre camas elevadas donde el aire y el tiempo hacen su trabajo. Este proceso artesanal conserva la esencia del grano y resalta la autenticidad del sabor.
Tostión artesanal: el alma se revela
Una vez secos, los granos son tostados con precisión. Cada perfil de tostado es diseñado para resaltar notas específicas: desde la dulzura de la caña hasta el susurro de frutos rojos o caramelo. No usamos procesos industriales masivos. Nuestro café es tostado como se narra una historia: con cuidado, atención y respeto.
Una experiencia que trasciende
Cuando el café llega a tu taza, lleva consigo todo ese camino: el aroma de la flor, el trabajo de manos campesinas, la espera paciente y el calor del fuego justo. Por eso, cada taza de Flor de Azahar no solo se bebe. Se honra.
Es nuestro arte. Es nuestro origen.
Es café con alma.

